Como odiaba su jodida cara de cuarentón, aquella manera de andar, sus gestos, sus palabras siempre condimentadas con un sutil toque de sabiduría
Era detestable . . aunque lo que mas odiaba de el eran aquellos
malhumorados ojos verdes, que parecían leer la mente y desgarrar los mas grotescos sentimientos de egoísmo humano.
Siempre llevaba pintada esa estupida mueca de decepción en su cara, una diabólica mezcla de repugnancia y pena, que parecía insultar a todo aquel que osara desviar su mirada hacia el.
Vagaba solitario por las calles de la parte antigua de la ciudad, entre bloques de hormigón y miradas tuertas.
Siempre con aquella puta mueca.
¡Joder! Nunca pude robarle una sonrisa
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