domingo, 1 de agosto de 2010

Calor y besos

Era uno de esos días sofocantes, en los que el calor lo inunda todo y te produce esa extraña sensación de caos.

Estábamos viendo desganados una película, de esas del montón.

Ambos sabíamos que no estábamos allí para ver una película, así que daba igual cual estuviera puesta.

Yo estaba de espaldas echada en la cama, mientras el me abrazaba tiernamente. Me giro la cara y me beso.

Sus labios estaban tan calientes, que sentí como me ardía la lengua.

Me di la vuelta y me puse frente a el.

Nuestros cuerpos se asfixiaban entre ellos, acercándose hasta apretujarse lo suficiente como para sentir aquel sudor pegajoso, producto de la temperatura.

Su mano se deslizo suave por mis piernas, mi respiración se acelero.

El sol se colaba por las persianas alumbrando aquella estantería repleta de libros, de esos espaciales que a el tanto le gustaban, la película se comenzó a oír lejana, en verdad, creo que ni me percate de que seguía puesta, aquel empalagoso sudor, la saliva caliente derramándose entre besos de fuego, por unos instantes pensé que mi cuerpo se derretia y que se fundiría con el, y con el tiempo.

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